La rosácea, siendo una enfermedad crónica que denota en el enrojecimiento y la aparición de los vasos sanguíneos sobre el mismo, es también descrito como un problema estético que muchas veces puede incluso imitar los síntomas ocasionados por el acné. Y al igual que sucede con este último padecimiento en el que se recomienda ampliamente acudir al dermatólogo para su tratamiento, lo mismo sucede con la rosácea.
Sin embargo, como recurso alternativo y para encarar más fácilmente los costosos medicamentos prescritos por el médico, siempre podemos recurrir a tratamientos caseros con ingredientes fáciles de conseguir.
Crema con receta médica
Como ya veníamos adelantando, si bien las cremas no son remedios caseros, conocer un poco sobre ellas es una ventaja a nuestro favor. El médico, quien en base al estudio realizado podrá recetar ciertos productos entre los cuáles destacan aquellos compuestos con metronidazol, siendo esta la sustancia más efectiva contra la rosácea. Entre otros suelen mencionarse el Metrogel y la Finacea que al igual que el metrodinazol tiene efectos antiinflamatorios y antimicrobianos.
Máscara de avena
Es de conocimiento general los grandes beneficios que la avena puede aportar a la piel gracias a sus minerales de oligoterapia que además contiene propiedades calmantes. Mezclando avena con leche entera hasta formar una pasta homogénea y posteriormente aplicando sobre el rostro durante diez minutos, tres veces por semana, ayudará bastante a combatir este padecimiento.
Aceite de hígado de bacalao
Antes de irse a dormir cada noche, se recomienda aplicar aceite de hígado de bacalao sobre la piel roja para disminuir el tono y calmar algún tipo de molestia. Se puede utilizar diariamente durante todo el período de sueño nocturno para después enjuagar con agua tibia por las mañanas.
Pepino con jugo de limón
Mezclando ambos ingredientes y aplicando sobre el rostro ayuda a combatir las marcas de enrojecimiento combatidos por el acné o el sarpullido. Basta con colocar una rebanada de pepino cubiertas ya con tres o cuatro gotas del jugo de limón, sobre las partes afectadas, por al menos 15 minutos, dos veces por semana, ya que al usarlo con mayor frecuencia se puede propiciar a un mayor enrojecimiento.
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