No es mentira que cuando iniciamos un régimen alimenticio para perder peso, sucede que en los primeros días, la pérdida se produce en cantidades considerables, que poco a poco van disminuyendo con el paso de las semanas.
Hay que tener en cuenta la siguiente información que explica las razones por las cuáles esto sucede, ya que mientras este proceso suele ser muy motivador para la mayoría de las personas al ver los cambios repentinos en poco tiempo, también suele suceder todo lo contrario en las semanas siguientes, obligando a un buen porcentaje de ellos, a tirar la toalla y dejar la dieta porque “ya no surte efecto”.
Perdiendo más peso antes que después
La razón de esta pérdida acelerada se debe a que en los primeros días, el déficit calórico, es decir, la reducida cantidad de calorías que necesitamos para mantener nuestro peso. se compensa a partir de combustibles alternos almacenados en el organismo, como lo son el glucógeno y las proteínas (esenciales para la construcción de músculos), así como las grasas, además del agua.
Esto significa que, del total de peso que vamos eliminando en las primeras semanas, el mayor porcentaje proviene de los líquidos almacenados, junto a los tejidos musculares, mientras que la reducción de grasa va en menor proporción. Traduciendo esto a números, si en los primeros días por ejemplo, vemos una pérdida de 1.2-1.5 kg; entre unos 250-300 gramos provendrán de las reservas de glucógeno, 750-900 gramos serán de agua, mientras que en casos más alentadores, unos 200-300 gramos serán grasas quemadas.
Esto se debe, como ya venía mencionando, al déficit calórico de nuestra dieta, que obliga al organismo a consumir energía de otras fuentes más propensas que la grasa.
En los días siguientes: la pérdida de peso es menor
En esta etapa es donde muchos deciden tirar la toalla y continuar con su estilo de vida cotidiano donde el ejercicio y la comida balanceada pasan a segundo o tercer plano. Esto se debe a que en las siguientes semanas, se logra ese equilibrio necesario para empezar a perder grasas verdaderamente, aunque a paso lento, ya que desafortunadamente, su eliminación no es tan fácil.
Para ello, debe continuarse el déficit calórico, reduciendo el consumo hasta en -500 kcal de las requeridas al día, que deberán distribuirse entre la dieta y el ejercicio, es decir, más tiempo en el gym, menos comida sobre el plato.
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