El famoso efecto rebote es común en las personas que deciden bajar de peso con dietas rápidas que les asegura perder varios kilos en pocos días.
Se entiende por dieta al régimen alimenticio que se lleva a cabo ya sea para mantener la figura, adelgazarla o aumentar el volumen de la misma. Independientemente del propósito, siempre debe ser realizada con preciso cuidado, procurando que los tres macronutrientes creen ese equilibrio perfecto para lograr grandes resultados, en un lapso de tiempo prolongado y que no ponga en riesgo la salud de quien la lleva a cabo.
Sin embargo, hay situaciones en las que dichas “dietas” no suelen planificarse con cautela y obligan a las personas a ser más restrictivas con la comida, haciendo que quienes las practican pasen hambre constantemente y les lleve a ese estado emocional en el que solamente pensarán en comida, eventualmente, cayendo en el temido efecto rebote o espejo.
Estas dietas, por lo general suelen tener diversos factores en común que llevan a las personas a tener más grasa acumulada y menos músculo que el que se tenía cuando se empezaron a practicar. Los efectos que con mayor frecuencia se presentan, son:
- Aumento de cortisol
- Aumento de Ghrelina
- Pérdida de leptina, que lleva al consecuente aumento de apetito
- Disminución del metabolismo basal debido a la pérdida de leptina
- Disminución de la masa muscular y su consecuente caída en la tasa metabólica
- Disminución de la actividad de la glándula tiroides y el metabolismo por consiguiente
- Aumento en la sensibilidad a la insulina de las células adiposas, volviéndose más propensas a absorber los nutrientes y almacenarlos en bancos que eventualmente se convertirán en grasas.
Y a partir de ahí, más razones no faltarán para evitar a toda costa las dietas drásticas que prometen resultado en pocas semanas, pues la probabilidad de fracaso son significativas, además que ponen en riesgo la integridad física.
¿Tienes alguna duda o comentario? Expertos lo responderán en las próximas 24 horas.